La escritura como forma de recordar

Joan Didion fue una escritora y periodista estadounidense, ganadora de múltiples premios tanto por sus obras de ficción, como de no ficción. Murió en el 2021, por lo cual fue de gran sorpresa para la comunidad lectora cuando en el 2025 se publicó una obra póstuma titulada Notas para John, una compilación de 46 entradas del diario de Didion, dirigidas a su esposo. La ética de las publicaciones póstumas en nombre de otros es en sí un tema de gran interés, pero por el momento nos vamos a enfocar en otro elemento. Dentro de este texto se busca indagar sobre la práctica que mantenía la escritora de escribir sobre lo que pensaba, veía, el significado que le atribuía a las cosas, y mucho más.

Para ella escribir en un cuaderno no era para mantener un registro factual de lo que veía, hacía o pensaba, sino un portal hacia lo que sentía, y la manera en la que se relacionaba con el mundo que la rodeaba. En su ensayo On Keeping a Notebook hace una distinción importante entre lo que es escribir en un diario y escribir en un cuaderno. Escribir en un diario es una forma de registrar los eventos de su vida, de grabar cómo son las cosas en el momento en el que se escriben, y de mantener cierto grado de objetividad frente a la vida. Por otro lado, para ella escribir en un cuaderno es una tarea completamente diferente. En un cuaderno se escribe de manera compulsiva, en algunas ocasiones relatos lejanos de la realidad, los cuales tendrían poco sentido para cualquier persona que no sea ella. La realidad que se encontraba en sus cuadernos no era una de naturaleza factual, sino de naturaleza relacional. Eran una manera de relacionarse con ella misma. Esta necesidad, explica Didion, viene de la crianza moderna en la que se tiene la concepción de que todas las personas son más interesantes que nosotros mismos. “Sólo los más jóvenes y los más viejos pueden contar sus sueños en el desayuno, reflexionar sobre el yo, interrumpir con memorias de picnics en la playa…” (Didion, 1968). Pero en cierta medida nuestros cuadernos nos delatan, ya que el denominador común de lo que anotamos en ellos es de manera inequívoca es uno. Y cuando habla de esto se refiere a aquellos cuadernos que escribimos con la intención de que no sean leídos por nadie más, donde se encuentran hilos de pensamiento inconclusos y palabras sueltas sin contexto. Un texto incompleto que solo podría ser entendido en su totalidad por la persona que lo escribió.

Constantemente estamos olvidando información que pensamos que nunca íbamos a olvidar, olvidamos los amores que tuvimos y las traiciones de las que fuimos víctimas, y probablemente más importante, olvidamos las personas que solíamos ser. “Creo que es aconsejable mantener una buena relación con las personas que solíamos ser, así nos parezcan buena compañía o no. De lo contrario, aparecen sin avisar, tocando la puerta de la mente a las 4 a.m. en una mala noche y demandan saber quién los desertó, quién los traicionó, quién va hacer reparaciones” (Didion, 1968). Escribir con ningún fin en específico es una forma de recordar aquello que fuimos, y de mantenerse en contacto con esas versiones pasadas de nosotros.

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